9 abr 2010

Patentes de corso

Hoy, gracias a mi amigo Jose Luis, he descubierto el blog de Arturo Pérez Reverte. Como es de suponer, no es la primera vez que leo uno de sus artículos, normalmente circulan por internet en uno de esos correos que pasa de mano en mano como si se tratase de un billete de cinco euros.
Como decía, APR tiene una sección en su blog llamada Patentes de corso en la que relata, como solo él sabe hacer con ese humor ácido e irónico que tanto me gusta, todo aquello que vive o asiste a ello como espectador de la actualidad.

El artículo que me ha traido aqui es el siguiente. Espero que os guste tanto como a mi.

Las tiendas desaparecidas

ARTURO PÉREZ-REVERTE | El Semanal - 11/10/2009

Cada vez que doy un paseo veo más tiendas cerradas. Algunas, las de toda la vida, habían sobrevivido a guerras y conmociones diversas. Eran parte del paisaje. De pronto, el escaparate vacío, el rótulo desapercido de la fachada, me dejan aturdido, como ocurre con las muerte súbitas o las desgracias inesperadas. Es una sensación de pérdida irreparable, aunque sólo haya echado vistazos al escaparate, sin entrar nunca. Otras de esas tiendas son negocios recientes: comercios abiertos hace un par de años, e incluso pocos meses; primero, los trabajos que precedían a la apertura, y después la inauguración, todo flamante, dueños y dependientes a la expectativa, esperanzados. Ahora paso por delante y advierto que los cristales están cubiertos y la puerta cerrada. Y me estremezco contagiado de la desilusión, la derrota que trasmite ese triste cristal pegado al cristal con las palabras se alquila o se traspasa.

En lo que va de año, la relación es como de una lista de bajas depués de un combate sangriento. Entre las que conozco hay una parafarmacia, dos tiendas de complementos, una de música clásica, una estupenda tienda de vinos, una ferretería, una tienda de historietas, tres de regalos, dos de muebles, cuatro anticuarios, una librería, dos buenas panaderías, una galería de arte, una sombrerería, una mercería e innumerables tiendas de ropa. También -ésa fue un golpe duro, por lo simbólico- una juguetería grande y bien surtida. Me gustaba entrar en ella, recobrando la vieja sensación que, quienes fuimos niños cuando no había televisión, ni videoconsola, ni nos habíamos vuelto todos -críos incluidos- completamente cibergilipollas, conservamos del tiempo en que una juguetería con sus muñecas, trenes, soldados, escopetas, cocinitas, caballos de cartón, disfraces de torero y juegos reunidos Geyper, era el lugar más fascinante del mundo.

Ahora hablamos de crisis cada día. Hasta los putos políticos y las putas políticas -que no es lo mismo que políticas putas, ahórrenme las putas cartas lo hacen con la misma impavidez con que antes afirmaban lo contrario. En todo caso, una cosa es manejar estadísticas; y otra, pisar la calle y haber conocido esas tiendas una por una, recordando los rostros de propietarios y dependientes, su desasosiego en los últimos tiempos, la esperanza, menor cada día, de que alguien se parase ante el escaparate, se animara y entrase a comprar, sabiendo que de ese acto dependían el bienestar, el futuro, la familia. Haber presenciado tanta angustia diaria, la ausencia de clientes, el miedo a que tál o cúal crédito no llegara, o a no tener con qué pagarlo. El saberse condenados y sin esperanza mientras, en las tiendas desiertas que con tanta ilusión abrieron, languidecían su trabajo y sus ahorros. Morían tantos sueños.

Eso es lo peor, a mi juicio. Lo imperdonable. Todas esas ilusiones deshechas, trituradas por políticos golfos y sindicalistas sobornados que todavía hablan de clase empresarial como si todos los empresarios españoles tuvieran yate en Cerdeña y cuenta en las islas Caimán. Ignorando las ilusiones deshechas de tanta gente con ideas y fuerza, que arriegó, peleó para salir adelante, y se vio arrastrada sin remedio por la tragedia económica de los últimos tiempos y también por la irresponsabilidad criminal de quienes tuvieron la obligación de prevenirlo y no quisieron, y ahora tienen el deber de solucionarlo, pero ni pueden ni saben. De esa gentuza encantada consigo misma que no sólo carece de eficacia y voluntad, sino que sigue impasible como don Tancredo, procurando ni parpadear ante los cuernos del toro que corretea llevándose a todo cristo por delante. Un Gobierno cínico, demagogo, embustero hasta el disparate. Una oposición cutre, patética, tan corrupta y culpable de enjuagues ladrilleros que trajeron estos fangos, que resulta difícil imaginar que unas simples urnas cambien las cosas. Sentenciándonos, entre unos y otros, a ser un país sin tejido industrial ni empresarial, sin clase media, condenado al dinero negro, al subsidio laboral con trabajo paralelo encubierto y a la economía clandestina. Con mucho Berlusconi en el horizonte. Un rebaño analfabeto, sumiso, de albañiles, putas y camareros, donde los únicos que de verdad van a estar a gusto, sinvergüenzas aparte, serán los jubilados guiris, los mafiosos nacionales e importados, y los hooligans de viaje y tres noches de hotel, borrachera y vómito incluidos, por veinticinco euros. Para entonces, los responsables del desastre se habrán retirado confortablemente al cobijo de sus partidos, de sus varios sueldos oficiales, de sus pingües jubilaciones por los servicios prestados a sí mismos. A dar conferencias a Nueva York sobre cómo nos reventaron a todos, dejando el paisaje lleno de tiendas cerradas y de vidas con el rótulo se traspasa. Así que malditos sean su sangre y todos sus muertos. En otros tiempos, al menos tenías la esperanza de verlos colgados de una farola.


Invasión en 8 bits

Jose Luis nos manda este vídeo donde se repasan todos aquellos juegos con los que crecimos y que ahora se dedican a invadir Nueva York. Realmente bueno.



2 abr 2010

Jamie Oliver

Descubrí a Jamie Oliver hace unos años gracias a una cadena de televisión local y pronto me di cuenta que era uno de los cocineros más conocidos fuera de nuestras fronteras. Siempre preocupado por la alimentación, entre muchos de sus logros, en el año 2005 Jamie lideró una campaña para mejorar la calidad de los menús de los colegios británicos.
En uno de sus libros que ha caído en mis manos, Jamie habla de un fenómeno que le inspiró este recetario que fue el Ministry of Food y el movimiento denominado Pásalo.Durante y después de la Primera Guerra Mundial la escasez de alimentos significó que mucha gente padeció malnutrición. Por eso cuando se declaró la Segunda Guerra Mundial, el gobierno se dio cuenta de que tenía que hacer algo ingenioso para evitar que se produjera de nuevo esa situación y se le ocurrió poner en marcha el Ministry of Food.
Este Ministerio tenía dos finalidades: asegurar que hubiera suficientes alimentos y educar a la población sobre alimentación. Y lo hizo movilizando a miles de mujeres que podían cocinar y enviándolas a recorrer todo el país para proporcionar la ayuda y trasmitir los consejos necesarios a la gente. De esta forma, aprendían a aprovechar mejor sus raciones de comida. Los historiadores afirman que aquel Ministry of Food fue el que de verdad ganó la guerra. Actualmente tenemos una lucha contra la salud precaria por la malnutrición, aunque por causas bien distintas a las de entonces. Por eso todos necesitamos saber cómo cocinar una comida sencilla, nutritiva y económica. Y una vez que hayamos adquirido este conocimiento, deberemos ejercitar el "pásalo" con amigos, familia y compañeros de trabajo, para mantener en marcha esta rueda. Vamos, lo que aquí se conoce como las recetas de la abuela.

Os presento a Jamie para los que no le conocéis para que os "pase" una receta. Y ya sabes, pásala.


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